domingo, 16 de agosto de 2009

El juego de las emociones


El juego de las emociones es el más raro y difícil de todos los que hay.
Cuando sentís dolor crees que esta vez duele como nunca antes y así mismo cuando amas o extrañas.
Las del presente parecen siempre las emociones más fuertes que acontecen, como si tuvieran el poder de disminuir cualquier sensación pasada en el recuerdo.
Este es un juego engañoso que nos hace olvidar por momentos que todo pasa y nada es insuperable, llevándonos a creer a veces que este dolor que nos atraviesa terminara por quebrarnos o este amor que hoy nos llega es el único, el que tanto buscamos.
Nos vuelve más subjetivos de lo que naturalmente somos y en muchas ocasiones llegamos a pensar que nuestra percepción sobre la emoción es la única realidad posible y venidera.
En las reglas de este juego la primera es no quedar encerrado en ninguna, dejar espacio y oportunidad a las demás y tener siempre presente que todo cambia de un segundo al otro, que ninguna emoción guarda lugar eterno en nosotros y que sobran las posibilidades de volverse a emocionar.

Heridas




Tan solo 15 años marcaba el reloj de su vida y sin embargo ya conocía bien la definición de desamor. Decía que tener el corazón lastimado era como si siendo pájaro te hirieran un ala y ya no pudieras volar. Si imaginar, si soñar despierto, pero no más emprender vuelo. Eso era de los valientes, de los atrevidos.
Ella había sufrido su primer desengaño y ya con eso, sostenía, le alcanzaba por el resto de sus días, fueran muchos o no tantos, no permitiría que nadie volviera a herirla.
Pasaron los años, tantos, varios. Creyó olvidar su promesa, pensó que vivía, pero su corazón había tomado en serio sus palabras de aquellos días de niña y como por su cuenta, parecía atravesar una historia distinta, no se atrevería a latir emocionado de nuevo, al menos no en esta vida.
Un día cualquiera, potencialmente distinto pero tan igual a los demás, un ruido áspero anuncio un sobre deslizándose debajo de su puerta y dentro una carta encabezada con su nombre la encontró asombrada. Su cara pálida de susto ante tanta maravilla solo podía apuntar a ese papel, el cual decía:

Julieta:

si logre que estés leyendo estas palabras es que el esfuerzo de 15 años de buscarte finalmente dio resultado.
Hace ese tiempo que no te encuentro y ese mismo tiempo que te debo una explicación.
Era enero y llovía, habíamos acordado encontrarnos en la plaza de siempre. De pronto, camino hacia vos, sentí tan pero tan rápido y fuerte latir mi corazón que el susto me atrapo entero y solo pude salir corriendo pero en dirección contraria a donde me esperabas. Tanto amor me dio miedo, no me creí capaz, no tuve el valor y huí. Me prometí ya jamás permitirle tomar las riendas, su impaciente latir me hacía sentir al borde de la vida y empecé tener terror a los precipicios, a sentir vértigo, amar significaba dejarse caer, no estaba dispuesto a arriesgarme y el amor es para los atrevidos.
Te pido disculpas finalmente. Imagino que ya ni debes pensar en mí y tu vida feliz seguramente será. Pero como te conté, yo nunca más volví a amar. Mi corazón escucho mis palabras amenazantes y jamás volvió a obrar por si mismo, ni yo le permití rebelarse. No era justo atar tu corazón al mío, solo lo hubiera llenado de miedos y oscuridad y el tuyo merecía luz, como la que tenías cuando sonreías.
El arrepentimiento de haber huido, todos los días me recuerda que nada se lamenta tanto como lo que no fue y pudo haber sido.
Te recuerda siempre.
Esteban."

Cerró el sobre, donde las palabras quedaron un poco desdibujadas por el pequeño mar que provocaron sus lágrimas humedecidas.
Lloro días y noches. Lloro 15 años en una semana. Lloro hasta sentirse el más solitario de los desiertos. Y cuando al fin paro, sintió por primera vez que su corazón empezaba a latir con fuerza, saliendo de su letargo como si todo en ella bailara de nuevo, al compás de cada tic-tac, anunciando un nuevo comienzo.
Había tardado años en cerrar esa herida y ahora gracias a unas disculpas y una explicación que tarde pero segura había llegado a su puerta, al fin volvía a vivir pero ahora logrando escuchar de nuevo a su corazón.

domingo, 9 de agosto de 2009

En letras chicas



Voy a dejar la ventana abierta por un rato para que junto con tu olor se vayan todos los recuerdos que rebeldes se quedaron en mi casa, a pesar de haber creído que te llevabas todo al escaparte.
Inversamente girare todas las llaves que aseguran mi puerta, para que no haya cerradura que puedas tomar desprevenida si algún día, caprichoso, decidís volver.
Porque se quiere tanto con tan poco es uno de los misterios que mi escasa sabiduría no logra descubrir y porque si tan corto fue el tiempo compartido, el tiempo de olvidar parece multiplicarse en cien veces su cantidad. Eso también resulta difícil de entender desde la lógica.
Cuando uno abre y entrega su corazón, debería tener presente que en algún lugar más invisible que notable, como las letras chicas de un contrato, te avisan que puede que al ser devuelto, venga dañado y que no existe oficina de reclamos una vez recibido a cambio de nada.
Parece entonces que solo queda, si así sucediera, buscar un delantal y actuar de enfermero del propio corazón, intentando con gasas y alcohol, ir sanándolo con paciencia.
Puede que tarde días, meses y hasta años según la intensidad de lo vivido y lo extrañado y también de la intención de evitar quedar estancado en lo que ya es parte del pasado.
El mejor remedio a todo mal es, cueste lo que cueste y a pesar de todo, continuar.

El alma de las cosas




Enciendo un cigarrillo y las fotos en la pared parecen repetir a coro que lo apague, que se cansaron de oírme mil veces asegurar que lo dejaría.
Y cuando digo tu nombre pasa lo mismo, idéntica cara parecen poner.
Cambian sus gestos en reiteradas ocasiones y eso que ni el alcohol ni las drogas son hábitos para mi. Te aclaro esto porque podrías estar pensando que a eso se debe que las fotos parezcan hablarme.
Te conozco bien, apostaría todo a que estas mandando un mensaje a tu psicólogo hablándole de mi caso, preocupada y hasta nombrando la palabra esquizofrenia en tus preguntas y me río de solo imaginarte haciéndolo.
Pero te aseguro, mis fotos opinan.
En este momento son pocas las que habitan en mi pared. Tengo a mis abuelas que miran sonrientes como diciendo “viví! El tiempo pasa y la vida es corta”. También hay una del día en que mis padres dieron el si a empezar una vida juntos llena de desafíos, tormentas y amor también, y otra de una de mis hermanas donde su sonrisa parece indicarme que me divierta más, pasara lo que pasare y algunas de mi, niña, donde a veces logro perderme mientras fijo las observo y me hallo más que nunca, me reencuentro.
Te digo que opinan y lo sostengo.
Se enojan cuando me ven repetir tantas veces mismos errores, mirándome desafiantes intentando hacerme entender cosas que todavía no comprendo al parecer.
Considera que vivo sola y a veces es justamente en la soledad del silencio donde uno logra detenerse en los detalles y encontrar los mensajes más impensados en ellos.
O tal vez tengas razón y solo lo imagino, como saberlo? Por el momento prefiero creer que es cierto y elijo seguir intentando descifrar lo que tengan para decirme.
Después de todo que importa la veracidad de las cosas desde la lógica del pensamiento, si pareciera que todo es subjetivo dependiendo de quien lo perciba y como pueda interpretarlo.
Ya mandaste el mensaje a tu psicólogo preocupada por mi salud mental? No lo mandes, estoy mejor que nunca, logrando conectarme con el alma de las cosas.

sábado, 8 de agosto de 2009

El sapo



Podrán creer que estoy loco, y si así fuera, seguramente lo merezco. Lo que les voy a contar sigue apareciendo rodeado de signos de pregunta en mis recuerdos, ya que hay cosas que aunque vividas uno no deja de cuestionar si es que así sucedieron o fueron producto de la imaginación.
Iba yo cantando distraído por un camino del verde más brillante que alguna vez conocí, los árboles me rodeaban y no parecía haber ningún humano con quien hablar. De pronto al sentir un croar insistente que me seguía y seguía en saltos impacientes decidí mirar hacia abajo y ahí estaba, como pueden imaginarse, un sapo mirándome atento, como reprochándome haber tardado tanto en darme cuenta de su presencia.
Después de saltar cientos de veces sobre mis zapatos, me anime, a pesar de sentirme el más insólito de los seres a preguntarle que necesitaba, porque me perseguía.
Me hablo de un chico y un patio que lo esperaban, me dijo que una chica de amplia sonrisa y que según decían, siempre andaba cantando, de esa manera la describieron cuando le explicaron quien vendría a buscarlo, así lo haría. De hecho le contaron que el nombre con que sería bautizado en su nueva vida simplemente seria: sapo.
Según parece ese ser lo andaba necesitando y le había pedida a ella que lo buscara y le cumpliera el sueño de tener un verde saltarín en su lugar de plantas y aire fresco, donde tantos ratos pasaba, para acompañarlo ya que odiaba la soledad. Pero según me dijo, un pajarito le contó que las cosas habían cambiado y la chica ya no vendría para llevarlo. El sapo se puso muy triste, no solo ante la noción de que ya no iría a ese lugar con el que tanto soñó desde que supo de su posible mudanza, sino que además el motivo por el que ese sueño se había esfumado, era que esos chicos ya no estaban juntos, según le dijeron se querían y mucho, pero no lograban entenderse, uno por miedo echaba al otro haciéndole sentir que no podían compartir sus días, aunque esa era otra más de sus mentiras sobre todo hacia el mismo, por causa de sus temores y la seguridad que parecía proporcionarle la soledad, que a pesar de odiar tanto, le permitía en algún punto sentir mayor control sobre su propia vida, sentirse más a salvo en lo conocido. Según le contaron, agrego el sapo, los humanos solían manejarse así, alejando lo bueno, creando situaciones malas para provocar distancias, sin animarse a enfrentar los miedos, tomando al orgullo como bandera y a la soledad como lugar seguro.
Y finalizo: “si así es su mundo, prefiero seguir cantando entre verdes árboles, la naturaleza no actúa de manera tan tonta como ellos, los seres humanos, que no escuchan a su corazón y viven buscando la paz, a través de las guerras.”

miércoles, 5 de agosto de 2009

Ironía extrema



La certidumbre de la muerte lo aterraba. Miles de imágenes se presentaban ante cada parpadeo, mostrando las infinitas maneras posibles de abandonar este mundo.
Todo imagino, todo menos la forma en que realmente sucedería.
Murió de risa anunciaban sus amigos desconcertados. El, que tantas veces había llorado sus preciadas penas, que muchas otras se enojaba ante realidades no comprendidas por su caprichosa mente, incapaz de aceptar al mundo tal y como era. El, que tantas otras se quejaba ante resultados diferentes a lo esperado. El, que pocas veces mostraba sus preocupados dientes por miedo al destino.
Este hombre precavido y vacilante, asombrosamente murió de risa.
Y como en toda historia con final abierto, queda en cada uno imaginar el motivo de tan punzante carcajada, para dejar así el mundo que le había costado tanto.

Cosas que pasan




Te propongo el juego de las miradas que se hacen las que no ven ni son vistas.
Este subte me invita a jugarlo y yo te elijo a vos, ese ser del que solo se esta sentado frente a mi y me mira cada vez que bajo los ojos al advertirlo y cuando vos bajas los tuyos ahí recién me animo a mirarte.
Hay encuentros que de tan efímeros se vuelven infinitos en la memoria por su intensidad. Posiblemente nunca me entere tu nombre ni tu color preferido.Posiblemente tampoco te animes a preguntarme los míos. Ni siquiera se si tendría el coraje de contestarte aun si lo hicieras.
Me entusiasma tanto este juego que me llena de nervios y así entre estación y estación, una tras otra, seguimos jugando, miedosos de que llegue la que nos aclama y debamos abandonarlo, sabiendo que solo un mágico destino podría volver a cruzarnos en tan enorme y apurada ciudad como es Buenos Aires, que llena de amor instantáneo y sueños frustrados a eternos enamorados de las fantasías como parecemos serlo nosotros dos al mirarnos así en este vagón que nos espía, apasionados.
El cartel anuncia Palermo y me paro mientras tu sonrisa parece contarme que tus esperanzas dicen que volveremos a vernos.
Prometo, si la oportunidad así lo dispone, contarte mi nombre mientras te miro.
Hasta ese día en que la vida lo decida, mágico desconocido.

martes, 4 de agosto de 2009

Juntos, nada más


Me pareció que hacía un montón de miradas que no lo veía.
Eterno habitante de mis días se había vuelto, inconstante en sus actos pero puro en sus intentos. De mis sueños prisionero se sintió sin aire y salio a dar una vuelta por el barrio, temblando del frío que hacía en mi mente y por ser invierno y del miedo que lo cubría por completo.
Cuando volvió de su pequeño escape que pareció durar la vida entera de extrañarlo tanto, lo vi distinto, contento y distendido, como si todas las preguntas que peleaban por ganar el protagonismo de sus pensamientos, hubieran encontrado una respuesta que mi nombre contuviera en el centro de una oración por demás alentadora y colorida.
No pude más que abrir los brazos y recibirlo al regresar, no servía de nada evitarnos las ganas de compartir minutos que convertidos en horas nos regalarían los días más amigables y sorpresivos. Que vendría después nadie podía saberlo, pero le propuse el juego de dejarle a las fotos el pasado, darle otra oportunidad al presente, generoso regalo de la vida y un par de verdes esperanzas al futuro que no asegura pero sonríe e invita a esperarlo.
Juntos esta vez. Juntos a pesar de todo y por eso. Juntos, nada más.

Carta a una nena perdida


Pequeña:


Se que estas asustada, en tu ingenua seguridad infantil creíste conocer el camino de regreso a la carpa en que te esperaba tu familia y ahora con los ojos bien abiertos llenos de lágrimas al no encontrarla, esa playa se vuelve gigante a tu perspectiva y te sentís por siempre abandonada, perdida.
Ninguna cara conocida parece acudir a tu rescate y el miedo se apodera cada vez más de tu alma, volviendo a tu corazón un maremoto de latidos.
Las personas que advierten tu desesperación se acercan solidarias, llenas de intenciones buenas pero eso no te tranquiliza y los empezas a ver cada vez más borrosos, como si su tamaño se ensanchara a medida que las palabras aumentan.
Te preguntan mil veces el número de carpa y solo lloras mientras repetís tu nombre atolondrada, que se va perdiendo entre los aplausos que funcionan como alarma.
Te veo y me conmueve profundamente sentir como la desesperanza por completo te va ganando la batalla y los pensamientos que gobiernan tu mente parecen repetir que este podría ser el fin, que por siempre sola deberás quedarte.
Me duele que estés pasando por esto, ya que conozco bien el desenlace de esta historia.
Ya sin esperanzas verás aparecer a tu papa y en una emoción conjunta, con unos ojos en los otros como si fueran un solo par, la paz volverá a tu alma y el aire fluirá nuevamente ya sabiéndote salvada.
Debo decirte pequeñita que esta situación marcara en gran parte tu vida, la angustia por un inminente abandono como reiterada posibilidad persistirá por largo tiempo e influirá en tu manera de ver el mundo y transitar las relaciones. Posiblemente tomes el habito de escaparte antes de ser abandonada y tal vez el miedo reiteradas veces te paralice creyendo que hay que protegerse para evitar sufrimientos, pero cuidado con eso ya que deberás entenderlo a tiempo e intentar mejorarlo; no es aislándote que impedirás el dolor sino viviendo, ya que atravesar los miedos es la única manera de superarlos.
Por eso niña, cuando alguna vez vuelvas a sentirte tan perdida como en esa playa, recorda antes que nada tranquilizar a tu alma y confiar en que el camino siempre te dará señales para encontrar el rumbo de vuelta o una dirección distinta que tal vez no imaginabas.
Confiar será la clave y desde ahí encontraras la calma.


Con amor, tu yo años más tarde.

"De Minnesota a Almagro"


“Los motivos del corazón no siempre son comprendidos por la razón” o algo similar anunciaba la pared en que se encontro perdida su mirada soñadora mientras pensaba en la disyuntiva en que se hallaba.
La vida con una sonrisa y un beso de aeropuerto lleno de amor pero sin palabras, le habían cambiado en un segundo el esquema de tantos años de cómodos planes.
Unas manos le hacían conocer al fin la música y unos ojos de los que sabía, ya jamás podría volver le regalaban en imágenes la definición de lo que realmente era vivir.
Vio llena de emoción la luminosa expresión de su cara en un espejo y repleto de miedo sintió el corazón.
Pero para que engañarlos, no hace falta que cuente el final de esta historia, ya que ella desde el principio sintió viajar su alma a Almagro desde Minnesota y supo en un instante que fuera lo que fuera que su cuerpo decidiera, su corazón ya nunca se iría de al lado de tanta música.
Almagro ahora y por siempre sería su lugar en el universo.


Para Juanita, que siguiendo al conocido refrán, encontró al amor donde menos lo esperaba.