martes, 4 de agosto de 2009

Carta a una nena perdida


Pequeña:


Se que estas asustada, en tu ingenua seguridad infantil creíste conocer el camino de regreso a la carpa en que te esperaba tu familia y ahora con los ojos bien abiertos llenos de lágrimas al no encontrarla, esa playa se vuelve gigante a tu perspectiva y te sentís por siempre abandonada, perdida.
Ninguna cara conocida parece acudir a tu rescate y el miedo se apodera cada vez más de tu alma, volviendo a tu corazón un maremoto de latidos.
Las personas que advierten tu desesperación se acercan solidarias, llenas de intenciones buenas pero eso no te tranquiliza y los empezas a ver cada vez más borrosos, como si su tamaño se ensanchara a medida que las palabras aumentan.
Te preguntan mil veces el número de carpa y solo lloras mientras repetís tu nombre atolondrada, que se va perdiendo entre los aplausos que funcionan como alarma.
Te veo y me conmueve profundamente sentir como la desesperanza por completo te va ganando la batalla y los pensamientos que gobiernan tu mente parecen repetir que este podría ser el fin, que por siempre sola deberás quedarte.
Me duele que estés pasando por esto, ya que conozco bien el desenlace de esta historia.
Ya sin esperanzas verás aparecer a tu papa y en una emoción conjunta, con unos ojos en los otros como si fueran un solo par, la paz volverá a tu alma y el aire fluirá nuevamente ya sabiéndote salvada.
Debo decirte pequeñita que esta situación marcara en gran parte tu vida, la angustia por un inminente abandono como reiterada posibilidad persistirá por largo tiempo e influirá en tu manera de ver el mundo y transitar las relaciones. Posiblemente tomes el habito de escaparte antes de ser abandonada y tal vez el miedo reiteradas veces te paralice creyendo que hay que protegerse para evitar sufrimientos, pero cuidado con eso ya que deberás entenderlo a tiempo e intentar mejorarlo; no es aislándote que impedirás el dolor sino viviendo, ya que atravesar los miedos es la única manera de superarlos.
Por eso niña, cuando alguna vez vuelvas a sentirte tan perdida como en esa playa, recorda antes que nada tranquilizar a tu alma y confiar en que el camino siempre te dará señales para encontrar el rumbo de vuelta o una dirección distinta que tal vez no imaginabas.
Confiar será la clave y desde ahí encontraras la calma.


Con amor, tu yo años más tarde.

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