miércoles, 29 de julio de 2009

La vida


Me dijiste “hola” mientras alegre movías las manos, al menos eso parecía al verte sonreír.
Ahí fue que al abrir los ojos entendí que eras parte de un sueño, solo eso, un proceso de mi nocturna imaginación.
Saberte irreal, perteneciente al mundo del “quien sabe que hubiera sido” me lleno de tristeza y con ella a cuestas salí a caminar.
Un pie y el otro se acompañaron en el andar y no abandonaron ni uno de mis intentos por seguir adelante.
Mis ojos quisieron convencerme de la belleza de las cosas simples que abunda hasta, en apariencia, en el más insulso de los paisajes y mi boca comenzó a entonar una canción que mi mente no conocía y mi corazón parecía recordar.
Todo habitante en mi se unió para no dejarme caer ante mi dolor.
El mensaje que traían era el de no seguir sujeto a la existencia de algo más allá de la vida por si misma.Y la vida estaba ahí, en y frente a mi, generosa, firme sosteniéndome y si así era, sus motivos tendría y eso era todo cuanto había que recordar.
Mi mano entonces tomo su mano imaginaria y entregada se dejo sostener.
Una voz muy amorosa de pronto me dijo “confías en mi?” y mi impulso disparo un “si” lleno de asombrosa luz y esa voz me respondió “entonces respira y seguí andando, lucha por lo que soñas, permitite ser, sonreí cada mañana y cada vez que puedas, es remedio del alma. Canta al caminar y siempre que tu voz así lo quiera. Yo haré lo demás. Solo respira”.

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